Si pudieramos sentarnos a tomar una taza de café...
Hace mucho tiempo que no escribía. También hace mucho tiempo que no tengo la oportunidad de sentarme a tomar una taza de café con muchas personas con quienes me gustaría hacerlo (una copa de vino también funcionaría como ya es tradicional con mis amigas del colegio...)
Pues como el tiempo pasa y seguimos sin la oportunidad de tomarnos esa taza de café, o esa copa de vino... pensé en tomarme una virtualmente... la tradicional reunión femenina en donde cada quien expresa sentimientos y emociones de lo que ha pasado en su vida desde la última vez que se reunieron.
Pues si pudiéramos sentarnos a tomar una taza de café les contaría que me hace falta bajar el ritmo. Que extraño mucho tomar fotos y pasar tiempo con mis hijos y mi esposo. También les contaría que estoy contenta y muy orgullosa del trabajo que hago y de los logros que he alcanzado. Les contaría que sigo en la lucha por cumplir mis objetivos de año que me he trazado, que he fallado en varios pero no he desistido... Que sigo estando agradecida por muchas cosas todos los días, aunque no he logrado apegarme a mi objetivo de documentarlo en fotos y que me cuesta ser flexible conmigo misma y no ponérmela tan dura...
Probablemente les preguntaría, a mis amigas que trabajan y tienen hijos, si afrontan el mismo dilema que yo... esa constante lucha interna por ser todo lo que podemos ser profesionalmente pero a la vez sufrir por pagar el precio de sacrificar hasta cierto punto a nuestros hijos. Si sienten cierto sentimiento de culpa mezclado con satisfacción, orgullo y felicidad por cada logro laboral. Es un sentimiento que no está definido, pero que claramente existe y creo deberían agregar al diccionario.
Confesaría que cuando trabajo duro quiero estar con mis hijos, y que cuando estoy con mis hijos, quiero trabajar duro....
También les diría que como familia somos muy felices en El Salvador, pero también confesaría que realmente extraño a mi familia, a mis amigas... mi gente. Que hay momentos muy duros cuando uno está lejos, cuando el corazón no quiere más que estar cerca de aquellos a quien uno quiere. Que en momentos como este, cuando mi abuelito está enfermo, quisiera salir corriendo y poder estar a su lado, darle un beso en la frente y recordarle lo mucho que lo quiero. Decirle a mi abuelita que no tiene por qué preocuparse... pero decírselo en persona, viéndola a los ojos con sus manos en las mías, y no por teléfono. Quisiera darle un abrazo a mi mamá y reconfortar un poco su corazón que se está dolido, preocupado y triste. Darle ánimos para ser fuerte como siempre lo ha sido.
Si pudiéramos sentarnos a platicar con una taza de café en las manos... seguramente el efecto sería mucho mejor que la taza virtual que acabamos de tomarnos... pero por el momento, esta tacita estuvo deliciosa.
Feliz martes!
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