Como mamá, me he dado cuenta que hay algunas cosas en la vida que quiero que mis hijos aprendan. Son valores que considero deberían ser importantes para cualquier persona, y que la única forma de enseñarlos es por medio de acciones concretas en el día a día. Los conceptos son demasiado "etereos" para explicarlos a los niños, así es que deben aprenderlos por medio de vivirlos.
A pesar de que considero que son valores necesarios e importantes, a veces me cuesta mucho encontrar momentos y formas para que mis hijos los vivan... ayer, se presentó uno de esos momentos con Juan Diego y traté de aprovecharlo para enseñarle uno de esos valores: El valor de las cosas.
Recuerdo bien alguna foto que vi en Facebook o en alguna presentación en donde aparecían dos personas mayores y un texto que leía: ¿Cómo es que logramos mantenernos casados por 65 años?. Nosotros crecimos en una época en que cuando las cosas se arruinaban, las arreglábamos, no las tirábamos a la basura. Esa frase ha hecho mucho eco en mi y creo que puede aplicarse a muchísimos temas en la vida.
Como familia, hemos sido bendecidos de muchas maneras. Una de ellas se refleja en la cantidad de juguetes que los niños tienen. Constantemente me debato entre realmente ¿Qué tanto necesita un niño? No quiero limitarlos, pero tampoco darles de más pues deben aprender a valorar cada cosa que tienen. En esa línea, he tratado de que cuando uno de sus juguetes se rompe, busquemos alguna forma en que podamos repararlo, en vez de tirarlo a la basura.
Una espada de piratas muy sencilla (algo que le compré en esas tiendas de todo por un dólar o de todo por Q9.99) se había roto. Tratamos de pegarla solo con un poco de "crazy glue" pero no fue suficiente, así es que Javier y Juan Diego se dieron a la tarea de componerla "de verdad".
La desarmaron por completo, le cortaron piezas, le abrieron agujeros... como ven, Juan Diego participó activamente en todo el proceso...
Le encanta "componer" cosas con su papá. Siempre que Javier hace alguna tarea como "handy man" en nuestra casa, Juan Diego sale corriendo por sus "herramientas" de juguete...
Después de todos los arreglos... la volvieron a armar...
Finalmente, estaba lista. Pasó prácticamente toda la tarde jugando de nuevo con su espada de piratas renovada. Era casi como que tenía juguete nuevo.
Fue una de esas oportunidades que no se dan todos los días así es que había que aprovecharla. Aprendió una importante lección de vida por medio del juego. ¿Qué más puedo pedir?
FELIZ MIÉRCOLES
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